Del miedo del leñador y otros misterios

8 May 2011 § 4 comentarios

El hombre de hojalata quiso creer durante mucho tiempo que había vaciado el agujero del pecho voluntariamente, para que la vida dejara de dolerle entre las costillas. Más tarde lo lamentaría, y lo mantendría limpio y preparado por si brujas o magos querían deshacer el error provocado. Ahora se planteaba, el temblor de las manos escondido tras la espalda, si de verdad quería recuperarlo. El recuerdo del dolor es la cicatriz en la rodilla, esa de cuando niños, la del golpe en bicicleta, y como niño se acobardaba pensando que no quería volver a la sangre roja y pura, al llanto infantil. No quería volver a ser carne porque la carne se abre y duele y por eso mismo se vistió una vez de metal brillante y dejó de latirse por dentro.

Pero lo cierto era que le estaba creciendo una planta que era D. y un millón de puntos blancos amenazaban con nacer allí mismo, en lo que él había construido como un microclima inhabitable. Sólo había dos opciones y no sabía cuál daba más miedo. La primera, no ser capaz de mantener a D. viva por mucho tiempo en un ambiente tan hostil; la otra, dejarse hacer y repetir la historia, que las raíces crecieran también y estropearan la coraza, que la perforasen y no le quedara más remedio que abrazarlas, a la planta y a ella, con un cuerpo de nuevo simplemente humano, expuesto al fracaso.

§ 4 respuestas a Del miedo del leñador y otros misterios

Replica a Cath Cancelar la respuesta

¿Qué es esto?

Actualmente estás leyendo Del miedo del leñador y otros misterios en sur la corde raide.

Meta